Liderazgo laboral con mirada sistémica: más allá de vigilar e impartir órdenes
«Un líder es un repartidor de esperanza«
Son muchas las organizaciones que cada día se preocupan más por alcanzar sus metas, en el menor tiempo posible, varias de ellas hacen grandes inversiones monetarias en publicidad y estudios de mercados, entre otros, sin embargo, la gran mayoría dejan de lado un factor determinante para el cumplimiento de sus propósitos, se trata del talento humano; es decir, el ser, esto conlleva a que se descuiden las buenas prácticas de trabajo, así como, las mejores relaciones entre jefes y empleados o empleados y empleados, lo cual genera, sin duda, el fracaso, toda vez que se sustituye cualquier posibilidad de generar un ambiente cordial, cálido y respetuoso en el que cada ser sea tenido en cuenta y valorado por sus fortalezas para dar paso a la estructura que antaño trajo en la que la jerarquía se relacionó con el poder, un poder coercitivo que por su misma esencia vigila y castiga el triunfo y el fracaso, en lugar de aprovechar las habilidades, experticias y preferencias de cada persona, de tal manera que sea encaminado o guiado por un jefe-colega hacia la excelencia.
Muchos de los que lean este texto podrán pensar que esto es sino difícil, imposible. No obstante, estudios, investigaciones y proyectos ya han arrojado excelentes resultados, dejando atrás esas prácticas de liderazgo en las que lo único que importa es producir, ganar y pagar salarios o proporcionar estímulos extras, para dar paso al liderazgo desde la mirada o enfoque sistémico.
En este breve artículo, podrán reconocer unas sencillas recomendaciones que, desde el enfoque sistémico, les permitirá transformar esas antiguas prácticas laborales en las que el poder se consideraba la única o mejor opción.
En primer lugar, la experiencia a través de varios estudios arroja que hay una relación lineal o directa entre las conexiones, relaciones y contextos, así como entre el liderazgo que desarrolla el jefe a través de la motivación, el entorno ambiental; lugares de trabajo, reconocimiento a través de incentivos; no solamente pueden ser económicos y las diferentes formas de invitar a los empleados a adherirse a las campañas de cumplimiento y logros, recurriendo a las emociones y pedidos formales mediante acuerdos entre ambas partes, no acudiendo a las órdenes o imposiciones y amenazas como el despido.
No es conveniente que, con el propósito de lograr las metas, los empleados se sientan denigrados, significa que el jefe o líder debe evitar al máximo que sus compañeros de trabajo perciban que en lugar de apoyarlos para fortalecerse más, la presión y correcciones buscan solo cambiarlos de manera tal que lo único que importa es que se adapten al plan laboral, si esto sucede, se genera un clima laboral muy desfavorable, dando espacio a la posibilidad de pensar la empresa como un lugar en el que los derechos humanos no son importantes.
De igual manera, vale la pena mencionar que el liderazgo se debe pensar con un claro enfoque hacia el desarrollo humano, es decir, que necesita incorporar en los planes de la empresa u organización, el avance tanto social, integral y sostenible de cada empleado y lo que ello implica, dado que en este orden se incluye sus familias.
Así mismo, el líder laboral o jefe, debe tener muy presente que, al planificar las metas, los pasos a seguir no se deben convertir en sinónimo de imposiciones, ello quiere decir que, esta persona no es la que genera respuestas o impone órdenes las cuales tiene que ser aceptadas por los empleados, sino que al momento de hacer la planeación les puede vincular para que el equipo o grupos de trabajo sean quienes además de resignificar sus propios problemas, se encarguen de generar las respuestas o maneras de superarlos, esto evita que se sientan como simples instrumentos o piezas que solo se limitan a ejecutar sus oficios y se alejan hasta de la posibilidad de sentirse comprometidos con su quehacer como seres, empleados, hijos, padres, hermanos y demás.
Para aclarar un poco, se debe considerar que los procesos laborales deben alejarse de la noción tradicional de dar órdenes y gestar soluciones inmediatas, sino que al planear en equipo colaborativo se vislumbra la posibilidad de un mejor desarrollo tanto personal, como profesional, laboral, emocional y hasta psíquico.
Finalmente, hay que mencionar que un buen líder cada día está comprometido en mejorar tanto las relaciones como las capacidades del grupo y con ello llevar a las organizaciones a sistemas en los que los trabajadores desarrollen sus quehaceres no solo pensando en cumplir sino en su propia satisfacción, es decir, que el trabajo no solo se considere la manera de lograr beneficios económicos sino el instrumento que además le proporciona mejores posibilidades en diversos aspectos tanto personales como sociales.
Elaborado por: Luis Ramiro Leguízamo Magister en Intervención en Sistemas Humanos Comunicador Social-Periodista |
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